Szish y Sheks

SZISH

Los szish son los hijos del Séptimo, la raza maldita, los servidores de los sheks. Se les llama también "hombres-serpiente" o "sangrefría". Desaparecieron del mundo tras la derrota de Talmannon y la expulsión de los sheks a Umadhun, y, por tanto, hasta el día de la conjunción astral, muchos creyeron que su existencia era una simple leyenda, y que su verdadero reino era el de las historias de miedo que se relatan por la noche para asustar a los niños. Pero los szish son reales, muy reales. Su figura es humanoide: caminan sobre dos piernas y están provistos de brazos y manos, pero también tienen rostro de serpiente, lengua bífida, piel escamosa y una larga cola anillada. Y, además, por mucho que les duela admitirlo a los sangrecaliente, los szish son la más inteligente de todas las razas antropomorfas de Idhún, aunque por supuesto, no están a la altura de sus señores, los sheks, a quienes sirven con respeto y lealtad.

Hábitat de los szish
 Los hombres-serpiente son una raza de guerreros, más adaptable incluso que los humanos, por lo que en tiempos pasados se los podía encontrar casi por todo el continente, aunque siempre alejados de las poblaciones de los sangrecaliente. Sentían preferencia por las estribaciones de las grandes montañas y solían establecerse en campamentos pensados para poder ser levantados rápidamente en caso de ser descubiertos. Las bases szish más grandes se establecían en los desfiladeros, en las quebradas y en los valles glaciares de Nanhai; pero los auténticos hogares, donde criaban a sus hijos y ocultaban a los niños, a los ancianos y a las mujeres embarazadas, eran subterráneos: las galerías, cavernas y túneles de las cordilleras eran el refugio más seguro que encontraron en un mundo que ya estaba ocupado por otras razas y había sido repartido cuando ellos llegaron. Tras la derrota y exilio de los sheks en los tiempos de Talmannon, los szish se volvieron totalmente cavernarios: la mayoría fueron expulsados a Umadhun con los sheks, y en Umadhun habitar en los túneles subterráneos no era sólo conveniente, sino totalmente necesario. Y las pocas comunidades szish que quedaron en Idhún se ocultaron todavía más de la mirada de los sangrecaliente, hasta el punto de que éstos se olvidaron de su existencia. Después de la conjunción astral, durante el breve lapso de tiempo en el que los sheks gobernaron Idhún tras la caída de los dragones, los szish se establecieron por casi todo el mundo. Sin embargo, en su papel de conquistadores, se limitaron a ocupar los espacios habitados y a seguir montando campamentos temporales en lugares estratégicos. Ahora que pueden empezar desde cero en un nuevo mundo en el que no tienen competencia, la incógnita que cabría plantearse es qué tipo de civilización será capaz de crear esta inquietante y sorprendente raza.

SHEKS


Los sheks, las gigantescas serpientes aladas, son, quizá, los seres más fascinantes y complejos de Idhún. Poseedores de una profunda y sofisticada inteligencia, muy superior a la humana, fueron, no obstante, creados para luchar en una interminable guerra contra los dragones. En tiempos pasados, los sheks fueron derrotados y expulsados a Umadhun, un mundo oscuro y vacío que no ofrecía ningún reto a su aguda inteligencia. Cuando regresaron a Idhún, de la mano de Ashran, se aseguraron de que su ignominiosa derrota no volviera a repetirse. Y, sin embargo, muchos de ellos añoran a los dragones, porque fueron creados para luchar contra ellos, y ahora que no están, la existencia de estos majestuosos ofidios parece vacía y sin sentido. ¿Serán capaces de superar su odio ancestral y empezar desde cero en otro lugar?
Hábitat de los Sheks
Los sheks llegaron tarde al reparto del mundo. Éste, por otro lado, es uno de los argumentos que esgrimen quienes defienden que los dragones fueron creados antes que los sheks, puesto que éstos no tienen lugar propio en Idhún, y los dragones han ocupado Awinor desde tiempo inmemorial. Sin embargo, una antigua leyenda cuenta que la primera gran batalla entre sheks y dragones se produjo, justamente, por el control de Awinor, y que fueron los sheks quienes perdieron en esta ocasión. Aunque justo es decir que la causa de todas las batallas entre unos y otros fue siempre el odio ancestral, y asuntos como la ocupación de un territorio eran sólo la excusa, o la causa aparente. El caso es que los sheks nunca han tenido un espacio propio en Idhún, por lo que se han limitado a establecerse en las zonas marginales y poco habitadas. Su red telepática les permite vivir muy lejos unos de otros sin necesidad de formar grupos o comunidades, y estar igualmente comunicados con el resto de la especie; de modo que, por su particular forma de relacionarse y por las circunstancias del mundo al que llegaron, los sheks han sido siempre criaturas solitarias. Durante varias generaciones habitaron Umadhun, un mundo casi muerto que les resultaba insufrible, y añoraron los paisajes de Idhún, cuyas imágenes nunca se borraron de la red telepática y permanecieron ahí para cada nueva generación que nacía. Pero Umadhun no es, y nunca fue, su hábitat natural. Actualmente habitan en un nuevo mundo que el Séptimo, bajo la encarnación de Gerde, creó para ellos. No sabemos qué nuevos retos encontrarán allí, ni si añorarán el mundo que dejaron atrás. Puede que tarden un tiempo en adaptarse y puede que incluso echen de menos a los dragones. Pero, al menos tienen una oportunidad de vivir en paz. Los sheks son criaturas adaptables y pueden soportar casi cualquier cosa. No les gusta el calor, pero lo aguantan. También son capaces de permanecer mucho tiempo sin comer ni beber, porque todos sus movimientos están calculados al milímetro, no hacen gestos innecesarios y, por tanto, ahorran mucha energía. Pero, si se le da a escoger, un shek elegirá un lugar de clima benigno, de gran belleza natural, y, a ser posible, cerca del mar o de algún gran río. Porque, aunque los sheks comen de todo, les encanta el pescado.